La extremada velocidad con la que producimos información en nuestros tiempos no es sino una prueba irrefutable de la gran importancia que está cobrando la tecnología como herramienta de precisión para almacenarla, procesarla y transmitirla en nuestro mundo. El producto de la información juega un papel fundamental en las empresas, que son las encargadas de ofrecer la solución a nuestras necesidades. Este hecho ha dado lugar a la toma de decisiones por parte de las entidades capaces de -hacer funcionar- estas tecnologías. Decisiones basadas en datos.
En este contexto aparece el término IA, o inteligencia artificial, que se denomina por la capacidad de aprender a resolver problemas posteriores a una experiencia previa. Es decir, aprender a partir de la experiencia. La inteligencia artificial se ha desarrollado de tal modo que todas las empresas de nuestras sociedades puedan beneficiarse de sus capacidades. Estas herramientas a menudo consiguen superar las expectativas de una persona, puesto que han sido configuradas precisamente para ese motivo. Por estas razones cabe aclarar la rentabilidad que algunas empresas pueden experimentar apostando por estos medios.
Pero para no andar con dilaciones, uno de los campos donde mayor beneficio encuentran las empresas es en el de la traducción asistida. La gran demanda de información a todos los niveles provoca una búsqueda constante de ofertas que puedan satisfacer las necesidades de nuestras sociedades. Y aquí es donde entra la traducción asistida, para hacer posible la comunicación eficaz a nivel mundial. Una comunicación humana, donde puede haber terminologías y tecnicismos difíciles, incapaces de ser traducidos con herramientas tradicionales. Hasta el día de hoy, la herramienta para hacer posible este trabajo era la labor de un traductor. Pero reiterando el principio de este artículo, la celeridad con la que se necesita recibir esta información en nuestros tiempos es una consecuencia irreparable para una persona solo con sus propias habilidades. Por estas razones, las empresas dieron un paso más allá, y software de traducción como Argos TS salieron a la luz.
Argos, por ejemplo, utiliza redes neuronales como modelo. Los modelos aprenden a resolver los problemas que surgen en la traducción buscando un patrón común. Esencialmente, este sistema es configurado por un traductor. El traductor corrige los errores una vez, y Argos reconoce el patrón a la segunda sin necesidad de configurar un código anterior para aplicar las conclusiones obtenidas. Es un sistema de precisión. ¿Y qué se consigue con esto? La información es un derecho, porque es una necesidad. Las sociedades necesitan estar informadas, y las empresas son el núcleo de nuestras sociedades. Producen, transmiten y reciben información necesaria. Información lejana, que habitualmente ha de ser traducida a otros lenguajes. Las personas somos capaces de traducir y entender todos los idiomas, pero no tenemos la suficiente habilidad como para hacerlo siempre en un tiempo récord e igual de correcto. Por eso, la traducción asistida se abalanza sobre nuestras empresas como la herramienta predilecta para traducir información. Un software basado en redes neuronales capaz de traducir textos difíciles en menos tiempo que un equipo de traductores, en mucho menos tiempo que un traductor; capaz de elegir el término correcto para que la traducción sea natural, real y adecuada. Empresas de todo el mundo precisan de traductores para transmitir sus informaciones. Esta labor alcanza ahora un nuevo escalón que expande sus posibilidades.